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Victor Martínez Díaz  | acciones / actions

Intervenciones en la Habana

 

En el año 2003 realizé un viaje a la Habana en compañía del videoasta Victor Jaramillo con la intención de realizar una película. Cada uno tenía su propio proyecto (Con el material colectado realizé una fotonovela musical de época "Amor Habanero" que posteriormente envié por correo a los participantes cubanos, no sin antes pasar por la revisión postal que censuró los pasajes con tintes de prostitución homosexual).  Después de realizar una exploración por la ciudad, la realidad social y el contexto popular decidí organizar, con La Ce.D Arte Contemporáneo, una intervención de artistas mexicanos en el contexto de la bienal de la Habana próxima a realizarse (4 meses después del primer viaje). Invité a varios artistas a sumarse a este proyecto, entre ellos Lorena Orozco, Ulises Mora, Edgar Orlaineta y Fernando de Alba. Desafortunadamente no conseguimos el apoyo de la Secretaría de Relaciones Públicas para la transportación aérea y solo yo pude asistir, lo cual no evitó que realizara mis trabajos planeados.

 

La vida en las calles de la Habana es intensa y prolifica, la gente esta atenta a lo que pasa y es curiosa para participar. Este fue el principal detonador de la propuesta de intervención urbana. Afortunadamente no fui reprimido por las autoridades, quizá porque había muchas otras piezas de los artistas invitados a la Bienal y estaban preparados para tolerar que sucedieran cosas extrañas del arte contemporáneo en el otoño del 2003.

 

Bomba de Tiempo. La sensación que tuve en el primer viaje fue una tensión social por el estricto régimen de Fidel Castro, quien por su mayoría de edad y siendo el pilar de la revolución cubana despertaba la gran duda de que pasaría con Cuba al llegar la hora de su muerte. La gente pensaba que se liberarían de la opresión y se abriría el mercado acabando por fin con el bloqueo norteamericano. Sabemos hoy que no fue exactamente asi, Fidel ha cedido el poder a su hermano, dejando las bases de su sistema bien instaladas y que sin embargo han ido abriendo poco a poco el comercio, la inversión extranjera y el fin del enfriamiento de las relaciones bilaterales de Cuba con EU. Mi sensación entonces era doble, por un lado la impresión de que el tiempo se detuvo (por el deterioro de las casas, los automoviles de los 50s, etc) y por otra la de una bomba de tiempo, de la emergencia de un posible estallido social ante las limitaciones del sistema, cosa que no sucedió. Dedicí usar mecanismos de reloj, ponermelos por todo el cuerpo como si se tratara de una bomba humana.

 

 

Entregué al público, que comenzó a aglomerarse alrededor mío con curiosidad, unos papeles que tenían distintos usos lingüisticos de la palabra tiempo (Tiempo de sanar, gol en el primer tiempo, tiempo de espera, hace un buen tiempo, llegar a tiempo, perder el tiempo, etc). Realizé una caminata a distintos ritmos de avance por las calles del centro hasta llegar al parque central donde regalé los mecanismos de relojería explicando a la gente como hacer sus propios relojes con cualquier carátural de su elección.

 

Apuntalamiento. Al caminar por las calles de La Habana uno puede constatar el deterioro de los bellos edificios sin mantenimiento. Decidí hacer un apuntalamiento simbólico de la arquitectura utilizando lápices como polines de soporte pegados con chicles. Para ello realizé una serie de entrevistas a la gente en la calle sobre las cosas que les gustaban y las cosas que no, intenté no politizar las preguntas directamente, sin embargo, en dicho contexto cualquier pregunta, por ejemplo, que comida te gusta, revelaba aspectos de la vida política e incluso las limitaciones del miedo de hablar de ello en público. La punta del lapiz representa lo positivo, lo escrito, lo dicho, la palabra y la goma del lapiz lo borrado, lo indeseable, lo corregible. En el primer viaje descubrí que les encantan los chicles de menta pero escaceaban por lo que compré (y filmé) en México un paquete completo de chicles a un niño en condiciones de calle para resaltar las controversias sobre los sistemas económicos, en Cuba los niños son muy apreciados y no permiten la explotación laboral que en México es tan común a pesar de la violación de sus derechos mínimos.

 

Desconfía de un mundo mejor. En Cuba es muy común que la gente te pida cosas que allá no abundan como en el mundo capitalista salvaje; maquillaje, zapatos tenis, ropa de cualquier tipo es muy apreciada por cierta población que vive y usufructa del turismo incluyendo el turismo sexual. Llegué a ver cubanos con playeras del PRI o de CONASUPO. Para la segunda visita preparé una serie de playeras que evidenciaban esta relación perversa entre el regalo y el contenido del mismo con mensajes como "Desconfía de un mundo mejor" con una imagen de la torre lainoamericana del D.F fuera de foco y "Un pinche mexicano me regaló esta playera" con una ilustración de un nopal espinoso. Se las di principalmente a los chicos que ejercen la prostitución turística en el malecón.

 

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